1 oct 2010

Carta

A veces, son tantas las cosas que nos quedan por decir... quizá por inseguridad, por miedo al rechazo, no se... Normalmente uno no vuelve a tener la posibilidad de decir todo aquello que un día calló. A lo mejor, en estos casos se deba empezar por pedir perdón. Perdón por la inmadurez de un principio, perdón por no saber como manejar algunas situaciones y sentimientos desconocidos hasta entonces, perdón por callar y sin embargo también por hablar de más. Sí, el sentimiento de culpa por dejar pasar aquello que más quieres, por no saber hacer en cada momento lo correcto y por dejar que terceras personas manejen tu vida como ellas quieren, es grande. Hoy se me presenta la oprtunidad de enmendar errores que nunca debí haber cometido y sin embargo la duda se apodera de mi y el miedo vuelve con una fuerza que no había vuelto a sentir. Las palabras que siempre había pensado imaginando que algún dia te pudiese volver a encontrar me abandonan y mis dedos se vuelven torpes escribiendo estas líneas que probablemente nunca leas y si lo lees quizá no te importe. Nunca he sabido qué pensabas de mi... no se, a lo mejor es eso lo que me frena a luchar por aquello que quiero, el miedo, una vez más. Miedo... ¿Miedo de qué? ¿De resultarte completamente indiferente y hasta despreciable? ¿Del dolor de perderte una vez más? Lo único que se ahora es que me arrepiento de muchas cosas, que en realidad no te conozco y sin embargo me importas más de lo que me pueda importar yo a mi misma y de lo que me pudiese importar cualquier otro en este tiempo, que hacía ya mucho que las lagrimas no me ahogaban...
Pero siguen siendo más las cosas que no se y por ello, una vez más, volvería a poner mi vida en manos de los demás. No podría decir que la decisión es tuya, porque, como ya esbocé antes, nunca he sabido si tú también me querías o si simplemente te era indiferante, por ello dejaría que decidiese por mi quién supiese qué es lo correcto. Solo pediría sinceridad, la misma sinceridad que con la que ahora he hablado yo.

P.D.: Esta carta nunca podría estar acabada sin antes darte las gracias por cada uno de esos momentos que permanecen intactos en mi memoria y porque de no haberte conocido, hoy no sería la persona que soy. De ti he aprendido la paciencia y la discrección y por ti he intentado mejorar día a día. Gracias por todo esto y gracias también por existir. Como diría un profesor de psquiatría de Estados Unidos, "tu simple presencia representa un regalo para el mundo".

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.